Juan Carlos Llorente, investigador seleccionado para la edición 2024-2025 del Informe GEM: «El liderazgo compartido en las conducciones escolares es una temática relativamente nueva. De allí la importancia de esta nueva publicación»

Entrevistamos a Juan Carlos Llorente, director del Departamento de Humanidades de la Universidad de la Ciudad, quien ha sido seleccionado para participar como investigador en el informe regional GEM 2024-2025 sobre liderazgo distribuido en América Latina. Llorente nos cuenta sobre el proceso de selección de la convocatoria, los aspectos generales de su proyecto de investigación y los alcances de esta publicación a nivel mundial.

Juan Carlos Llorente, director del Departamento de Humanidades de la Universidad de la Ciudad

Juan Carlos Llorente es Doctor en Educación por la Universidad de Helsinki. Está a cargo de la Dirección del Departamento de Humanidades de la Universidad de la Ciudad. En las últimas semanas, ha sido seleccionado para colaborar como investigador en el Informe GEM (por sus siglas en inglés, Global Entrepreneurship Monitor). Desde 2002, publicado por la Unesco, el Informe anual de seguimiento de la educación en el mundo mide el progreso del área en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La edición regional 2024-2025 se centrará en el liderazgo distribuido en América Latina. Llorente abordará el caso de Honduras.

―¿En qué consistió el proceso de selección de los investigadores para el informe GEM 2024-2025?

En esta edición del Informe GEM, la temática elegida es el liderazgo distribuido en América Latina, y, para ello, el equipo del informe tiene como partenaire a la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI). Los cinco casos elegidos fueron Chile, Brasil, Bolivia, Costa Rica y Honduras. Yo me postulé en enero de 2024 con un plan de trabajo para abordar el caso hondureño, que incluía mis antecedentes en investigación, la metodología elegida para este caso y los recursos financieros necesarios, como todo proyecto. La primera semana de marzo, me llamaron para hacerme un entrevista donde profundicé sobre mi propuesta y sobre lo que veía relevante en materia de liderazgo distribuido en educación para analizar el caso de Honduras. Luego, me confirmaron que había sido seleccionado para llevar adelante la investigación.

―¿Qué es el liderazgo distribuido?

El liderazgo distribuido o compartido se refiere a la manera en que los líderes escolares se relacionan con otros actores del entorno en diferentes situaciones. Esta temática se empieza a trabajar a comienzos de la década del 2000. Está incluida entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Aunque hay producción sobre el tema, yo la calificaría como una temática en elaboración, relativamente nueva. De allí la importancia de esta nueva publicación. Creo que falta aún mucho trabajo empírico que consolidar. Hay miradas generales… Existen estudios que dan indicios de que los liderazgos compartidos en las conducciones escolares producen o tienen efectos positivos en el rendimiento de las escuelas si los comparamos con liderazgos concentrados o unipersonales. Sin embargo, se trata de estudios preliminares. Además, hay que tener en cuenta que el liderazgo está muy atado a las condiciones contextuales de donde se analiza el funcionamiento de las escuelas. De allí el desafío de armonizar todos los casos elegidos junto con los otros investigadores en una única publicación. En los próximos días, nos vamos a reunir con ellos para fijar líneas y categorías centrales, más allá de los planes de trabajo individuales.

―¿Por qué te interesó Honduras como caso?

Yo trabajé durante muchos años en América Central. Durante seis años, estuve a cargo del monitoreo técnico de un programa regional multilingüe y multicultural de la Universidad de Helsinki, Finlandia. Este programa involucraba a Guatemala, Nicaragua y Honduras. Entonces, me tocó visitar Honduras varias veces al año y monitorear el programa en desarrollo de formación docente, producción de textos en lenguas originarias e investigación. Es decir que tengo algún conocimiento del contexto hondureño. Creo que, sin duda, mi experiencia en educación comparada fue ponderada para esta selección. Desde ya, es una gran oportunidad para mí poder participar en la elaboración de este informe global, de referencia para los responsables de la toma de decisiones en materia de política pública educativa.

―¿Cuál es el objetivo de tu investigación?

El objetivo es analizar cualitativamente y en profundidad, por un lado, la normativa existente sobre el desarrollo del liderazgo distribuido en educación en Honduras, y por el otro, las prácticas. Por lo tanto, no solo tengo que analizar el marco regulatorio general de las políticas hondureñas, sino también las versiones de los directivos de escuelas de la educación básica en función de cómo organizan sus tareas y las miradas de las comunidades, las familias de las instituciones educativas y de los docentes.

¿Qué metodología de trabajo elegiste para llevarla a cabo?

La investigación tiene un enfoque cualitativo. Yo preferí garantizar el trabajo de campo en mis manos, más allá de la colaboración de investigadores locales. Fue una condición. Tengo planificada una visita de trabajo de campo inicial, bastante prolongada, y una segunda visita para validar las primeras categorías de análisis que vaya logrando sobre los datos recolectados en la primera visita y en el trabajo de escritorio. Estoy en permanente contacto con la oficina de la OIE en Honduras, que ya me ha facilitado la llegada a informantes locales. Los instrumentos de recolección de datos que voy a utilizar en la investigación son entrevistas semiestructuradas presenciales o semiabiertas a autoridades de la Secretaría de Educación de Honduras que trabajan en programas específicos orientados a la formación y el desarrollo profesional docente. Luego, voy a entrevistar a principales, directores de escuelas. Aún tengo que definir el mapeo, porque Honduras tiene una característica muy particular: posee un porcentaje alto de población indígena y afrodescendiente. La población lenca, que es el grupo más grande, no tiene lengua sistematizada, por eso suelen estar invisibilizados. También están los chortís, una de las familias mayas que existen en Guatemala y están en Honduras; y los misquitos (afrodescendientes). Quizá esto merezca alguna mirada especial respecto de las visiones de estos pueblos en términos de liderazgo y trabajo compartido en las instituciones comunitarias. Por el momento, es solo una hipótesis, un dato del territorio que habrá que evaluar si incluirlo o no. 

―Parece un estudio realmente muy interesante de llevar a cabo… con muchos disparadores.

Sí, totalmente. Estoy muy contento de volver a tener contacto con la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán y la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, que trabajan en formación docente. En lo personal, también significa volver después de años a un territorio donde trabajé mucho tiempo. Quiero ver qué cambió y qué no. Honduras es un país muy particular, azotado en el último tiempo por la violencia de las maras.

―Nos gustaría volver a entrevistarte una vez terminada la investigación para conocer los resultados, el balance, las nuevas preguntas…

¡Con mucho gusto! Seguramente, van a cambiar muchas cosas. Es lo que suele suceder cuando uno se enfrenta al territorio.